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¿Cómo hacer para afrontar las adaptaciones al jardín? ¿Cómo acompañamos a nuestrxs hijxs en este proceso y qué podemos exigir a las instituciones? Soy Marianela Casanova, guía de Educación Viva, asistente Montessori, doula, y mamá de 3 y te ayudo a contestar estas preguntas.

Nuestra vida sigue rara por el contexto Covid-19, todo ha cambiado, nosotras hemos cambiado, nuestras familias han cambiado, muchas nos hemos mudado, algunos trabajos nos han dejado y seguimos intentando procesar todo eso. A nuestros/as hijos e hijas les pasó lo mismo, pero sin que lo hayan podido comprender ni procesar de la misma manera. Y ahora tienen un nuevo desafío: después de meses de estar todo el día con nosotrxs, tienen que quedarse varias horas con otra persona que no conocen, con quien no tienen vínculo, con quien no estuvieron en este proceso de cambio tan inesperado del mundo.
Nosotros, nosotras, también estamos ante un desafío: confiar en que otra persona pueda cubrir las necesidades de nuestros/as hijos/as y acompañarles en ese proceso de soltarles la manito para que agarren las manos de otra persona adulta.
Por qué la adaptación al jardín es un proceso tan necesario
Ya hicimos la elección del lugar (ver nota “Maternal o jardín de infantes: una elección consciente”) y luego de ese gran trabajo que implica elegir el lugar que creemos adecuado, vienen las emociones y ansiedades por el comienzo de clases y la adaptación al jardín. Cuando recibimos la noticia de que la primera y segunda semana, en general, tendremos que hacer una adaptación que nos complica mucho la agenda a casi todas las familias (por ejemplo, el primer día van solo 30 minutos, el segundo 45 y así gradualmente hasta completar la jornada), viene la primera frustración.
Es importante que los espacios expliquen a los padres y las madres por qué se hace esto: la mayoría de los niños y las niñas necesitan empezar a habitar el nuevo lugar y, sobre todo, el nuevo vínculo con su educador(a), gradualmente, y tener la garantía de que volverán, pronto, a estar con nosotrxs. Y así van observando, explorando, sintiendo el ambiente y formando, muy de a poco, el vínculo con la docente. Así van adaptándose al jardín.
Claves para transitar la adaptación al jardín
Es inevitable que el comienzo de clases traiga momentos de angustia para nuestrxs hijxs (es lógico, al principio nos extrañan). Pero debemos confiar en que al irnos serán aupados, contenidos con amor y que, sino, nos llamarán inmediatamente (personalmente, esto a mí es lo que más me costaba, porque he estado en lugares donde sentía la angustia de la separación y es complicado).
Aquí hay una clave: si no confiamos ni sentimos verdadera seguridad en el lugar o en la docente, si sentimos demasiada culpa de “dejarlos”, o algo nos está trabando a nosotrxs como madres o padres en ese paso de dejarlo al cuidado de otrxs, nuestro/a hijo/a se va a dar cuenta (se los juro, aunque parezca que no, lo vi en muchos casos) y no podrá ni comenzar ese proceso de adaptación.
Otra clave es incorporar a otras personas de la familia al proceso de adaptación. Considero que las instituciones deben trabajar con las familias y no solo con los/as niños y niñas: si algo nos traba y se nos hace muy difícil acompañar a nuestrxs hijxs en el proceso de adaptación, debemos hablar y mucho. A veces ayuda que no sea la persona adulta a quien le cuesta más “dejarlo” la que vaya al jardín durante el proceso de adaptación. Muchas veces son abuelos o abuelas lxs que pueden ayudar y mucho, porque ya tenemos ganada una transición en la cadena de soltar las manos. Igualmente, debemos tener paciencia (y cintura estratégica) para ir un ratito cada día por varios días.
Lo que no deberían exigirte las instituciones

- Irte sin avisarle a tu hijo/a: si hace tiempo venís informándote sobre crianza respetuosa, tal vez ya sepas que eso de desaparecer de repente, sin avisarles a nuestras crías que nos vamos, no es para nada respetuoso, incluso puede ser muy violento para ellas: a la angustia de sentir que no estamos, se les suma la de no saber dónde fuimos, qué nos pasó (sobre todo en la actualidad con tantas noticias que les llegan aunque pensemos que no se dan cuenta). Y si en el espacio nos recomiendan esto, debemos hablar con las personas responsables, porque no es una práctica que sirva para ninguna adaptación respetuosa ni consciente.
- Que tu hijo/a controle esfínteres: me acaba de contar una madre amiga que al anotar a su hijo de 3 años a un jardín, le dijeron que no había problema si todavía no contralaba totalmente esfínteres. Pasaron los meses, y el día de comienzo de clases tuvo una gran sorpresa: no querían recibirlo con pañales, le pidieron disculpas por el “malentendido”, le dijeron luego que podía dejarlo pero, cada vez el niño se hiciera caca o pis, ella debía ir a cambiarlo “por un tema de protocolo Covid y por un tema de seguridad”… Estos deben ser acuerdos que estén previamente establecidos, pero además son normas que van en contra del respeto por el tiempo de los infantes. Así que nos invitan a la reflexión.
- No dejarte entrar al aula: existen espacios pedagógicos que no dejan que los padres ni las madres entren al ambiente (el aula), porque los niños y las niñas no solo se “quedan llorando”, sino que ya “entran llorando”. El problema es que hay diferentes necesidades entre los diferentes niños y niñas y familias, y que no se da lugar al movimiento que necesitan hacer los/as niños/as al conocer el nuevo “mundo” al mismo tiempo que van soltando, de a poco, nuestra mano.
Considero que los espacios deben seguir más a los niños y a las niñas que a sus pedagogías, a sus manuales, a sus mandatos, a sus protocolos. Porque los tiempos cambian, las infancias cambian y la actualidad es muy complicada para ellos, para ellas. Las familias debemos formar un equipo con los educadores, sobre todo por la coherencia de que lo que sucede entre esas cuatro paredes es afín con lo que sucede en casa, y viceversa: eso es lo más sano para las infancias.
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Como ven, no se trata solo de dejar a nuestros/as hijos/as depositados/as en un lugar, sino que se trata de un trabajo más arduo y complejo, pero que tiene excelentes resultados cuando formamos equipo, cuando el lugar y la educadora son los adecuados. Y así llegará un día en el que se quedarán con alegría y disfrutarán tanto su estadía como nosotrxs el tiempo para hacer las otras cosas que necesitamos hacer además de maternar y paternar.
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