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Micaela Pes, acompañante terapéutico y psicomotricista especializada en atención temprana en el desarrollo, nos explica las maneras adecuadas de favorecer el desarrollo de nuestros bebés. Micaela nos invita a bajar nuestras ansiedades y expectativas y a pensar en movimiento libre, un proceso en el que el adulto acompaña pero no interviene, en lugar de en estimulación temprana.
Por qué “estimular” a tu bebé puede ser un error
¿Cómo estimulo a mi bebé?, es una pregunta que me hacen muchos mapadres que acompaño en la crianza. Celebro activamente que los adultos quieran implicarse en el hacer de sus pequeños, por eso siempre invito a que repensemos la palabra estimular.
La palabra estimulación tiende a ubicar a las niñeces en un lugar de pasividad, donde es el adulto quien debe intervenir para poder aportar aquello que falta. La estimulación históricamente fue un recurso dispuesto por profesionales de salud en pos de mejorar el desarrollo de aquellas niñeces con dificultades en sus modos de hacer con el cuerpo; la estimulación temprana cuenta con diversas técnicas que asisten el desarrollo y que tienden a corregir aquellas “fallas”. Luego de años de análisis y a partir de diversas corrientes es que se dejó de pensar en términos de estimulación dentro del desarrollo normal, ya que la intervención por parte del adulto en el desarrollo puede entorpecer el devenir esperable en cada etapa.
Es por eso que invito a pensar en recursos, acciones, juegos que podemos utilizar como medio para favorecer el desarrollo. Cuando hablamos de favorecer estamos ubicando a las niñeces como sujetos de acción, activistas de su propio hacer y soberanos de su propio deseo. Mediante acciones cotidianas como dejar que hagan por su cuenta o que exploren solos, en compañía del adulto, estamos favoreciendo su capacidad de resolución y la confianza en su propio movimiento.
Debemos pensar la niñez como un proceso a acompañar de manera activa, donde ofrecemos herramientas que favorecen su autonomía.
Cómo favorecer el desarrollo de tu bebé
Para favorecer el desarrollo autónomo de tu bebé habilitá espacios de movimiento libre y juego espontáneo, ya que el mejor estímulo es el movimiento de su propio cuerpo. El movimiento libre es una mirada respetuosa a los tiempos de la niñez, favorece la autonomía y el aprendizaje mediante la exploración del cuerpo, el espacio y los objetos.
Permitir el movimiento libre en el suelo

La rutina de suelo se puede ofrecer a medida que el bebé va perdiendo la postura enrollada que trae de la panza. A partir del primer mes, si hay un desarrollo sin dificultades, se puede ubicar al bebé en el suelo, teniendo en cuenta que sus periodos de permanencia aumentarán con el paso del tiempo, al principio durarán pocos minutos y con la constancia se sostendrán mucho más. Los primeros meses los bebés necesitan tener más contacto con el cuerpo del otro, por eso en las rutinas de suelo siempre debe haber un adulto acompañando y poniendo palabras a ese despliegue corporal.
Para las rutinas de juego en el suelo es preciso ubicar a tu bebé panza arriba, la espalda organiza su eje y da mayor información sensorial, en esta postura puede tener mayor capacidad de observar sus manos y sus pies, que serán la primera herramienta para explorar el mundo que lo rodea; también es necesario que tenga ropa cómoda y sobre todo pies descalzos ya que los dedos de los pies sirven para traccionar todos los movimientos que le permiten desplazarse por el espacio. La superficie debe ser firme y lo suficientemente acolchonada para evitar golpes, debemos evitar ubicarlos en colchones o colchonetas porque hunden el cuerpo y no le aportan al bebé información sensorial real sobre su cuerpo y su peso, además evitamos accidentes de posibles caídas.

Ofrecer juguetes simples
Podemos ofrecer objetos simples, nobles, sin tecnologías de primera, que las niñeces puedan utilizar para chupar, explorar, lanzar; objetos versátiles, instrumentos musicales, mientras menos haga el juguete más hará el niño.
No es necesario llenar el suelo de objetos, con un par está bien para impulsar la exploración. Debemos ubicarlos en la línea media entre su cara y el pecho, para que el bebé lo observe y lo tome con intención.
- Durante el primer trimestre se le pueden ofrecer objetos fáciles de manipular como arandelas de madera o sonajeros que permitan la toma con la palma de la mano. A esta edad, al bebé lo convoca aquello que le genera atención a sus sentidos, objetos que hagan algún sonido, que tengan colores en contraste (rojo/negro, blanco/negro, rojo/blanco), ya que su vista solo distingue colores fuertes e identificables según la posibilidad de contraste. Además, como las primeras exploraciones nacen de los movimientos involuntarios de sus manos, los objetos deben estar lo suficientemente cerca del bebé.
- Al finalizar el primer trimestre, cuando los bebés dominan mucho más sus manos y la toma cambia, se pueden ofrecer objetos más pesados o más anchos. Otra opción son los juegos con objetivos como las cajas de permanencia donde el objeto desaparece. Los bebés comienzan a diferenciar mejor los colores y a focalizar más, por lo que podemos ampliar la gama de colores de los juguetes.
Qué hacer después de los ejercicios de exploración
Los bebés y las niñeces, al tener sus necesidades básicas resueltas, viven en un estado de equilibrio emocional, corporal y sensorial que favorece su concentración y desarrollo. Cuando su cuerpo atraviesa demasiados estímulos sensoriales, como el movimiento, la exposición a pantallas o algún desajuste emocional, su organismo intenta la regulación impidiendo gastar energía, por lo que observaremos mayor malestar, el tono muscular elevado, imposibilidad para relajarse y mayor sensibilidad al llanto.
Los adultos debemos ser capaces de registrar estas escenas de desregulación para ayudarlos a gestionarlas. Es necesario validar esa sensación de malestar y correr al bebé de la situación que le genera incomodidad, por ejemplo tomarlo en brazos si está en el suelo.
La succión
Como todo acto de exploración genera nuevas sensaciones y emociones, es esperable que luego de ratos de juego libre aumenten los períodos de apego con los adultos o la necesidad de succión, sea de teta, mamadera, manos y/o chupete.
La succión es una necesidad propia del cachorro humano para sobrevivir, no solo se utiliza para el acto nutricio sino también como acción autorregulatoria. Cada aprendizaje corporal trae mucha angustia de separarse, desequilibrio ante lo desconocido y desregulación sensorial, por lo tanto la succión colabora con la “vuelta en eje”.
El porteo
Se necesita la observación del adulto ante estas situaciones para poder acompañar de manera respetuosa el proceso de regulación corporal y emocional, un gran aliado en estos procesos puede ser el porteo, que imita la vida intrauterina.
Ser porteado brinda la sensación de envoltura uterina, devuelve unidad corporal, por lo tanto ante situaciones de desequilibrio puede servir para volver el equilibrio corporal y sensorial.
Se puede portear desde el nacimiento.
Los no de la “estimulación temprana”
El movimiento con autonomía favorece la conquista espacial, corporal y sobre todo de una identidad capaz y confiada de su propio hacer. Solo debemos darles tiempo y esperar, ya que cuando el espacio es oportuno los aprendizajes se desencadenan solos. Por eso no es recomendable:
Andadores, saltarines y caminadores
Para favorecer el desarrollo siempre le decimos que no a artefactos que entorpecen el movimiento y tienen grandes daños a nivel corporal como son los andadores, los saltarines y los caminadores. El uso de andadores y saltarines imposibilitan la adecuada organización vestibular y las reacciones equilibratorias obstaculizando la organización del cuerpo en el espacio, también tienen gran incidencia en deformaciones de la cadera, estos artefactos no posibilitan el adecuado apoyo del pie, fundamental para la tracción de los movimientos. Los caminadores pueden entorpecer la marcha ya que no tienen posibilidad de freno aumentando la posibilidad de accidentes que pueden evitarse.
Ayudar a lograr posturas
No es recomendable ayudar a tu bebé a sentarse o a lograr cualquier otra postura. Durante el movimiento libre, las niñeces descubren su propio cuerpo, prueban y desarrollan un organizador fundamental: el equilibrio. El equilibrio posibilita los pasajes posturales previos a las posturas finales, brindando mucha información sensorial y espacial fundante en la conquista del cuerpo, por eso el adulto acompaña pero no interviene.
La ansiedad adulta a veces puede entorpecer procesos propios del desarrollo psicomotor, ubicando en posturas que niñeces no logran construir por sus propios medios, por lo tanto cuando desean desarmar las posturas se crispan y frustran porque nunca hicieron el recorrido para llegar a la postura impuesta por el otro.
Como adultos debemos intentar bajar nuestras ansiedades y expectativas, ofrecer espacios de juego y exploración compartidos y sobre todo una mirada amorosa y paciente ante el desarrollo.
El cuerpo es sabio y la confianza en las niñeces enriquece más a cualquier aprendizaje, seamos compañeros presentes en tiempo real del movimiento de las niñeces.
Menos es más.
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