Tiempo de lectura: 8 minutos
Te toman manos extrañas que te separan de tu mamá, te bañan, te hacen “controles”. Vos, lo único que querías era estar con tu mamá… tu cerebro reconoce el estrés… se configura la herida primal: un trauma que podemos sanar, pero que también podemos evitar si nos informamos sobre las necesidades fisiológicas del bebé. Qué es la herida primal, por qué se produce, cómo sanarla, cómo evitarla. Soy Melina Bronfman y te cuento todo en esta nota.
Qué es la herida primal
La herida primal es una herida emocional, una experiencia traumática que, como todo trauma, sigue afectando a la persona sin importar cuánto tiempo pase. La llamo primal porque suele ocurrir durante el período primal: la gestación, el nacimiento y los primeros tres años de vida.
Llanto “sin motivo”, berrinches frecuentes y duraderos, rechazo al pediatra, dificultades para dormir, tristeza crónica… son algunas formas en las que se manifiesta la herida primal.
El nacimiento
Cuando nacemos, sufrimos una transformación descomunal: pasamos en cuestión de minutos de una vida acuática, protegida, con sonidos y luces filtradas, a la exposición absoluta de la temperatura, el sonido, la luz, la fuerza de gravedad. Salir del mundo acuático al mundo aéreo produce cambios descomunales y que son para siempre: cambia el corazón, la forma en que late y distribuye la sangre, se expanden los pulmones que nunca habían trabajado… nuestro cerebro se setea para la vida que le toca a partir del nacimiento.
Nacer es una experiencia transformadora e impactante para nuestro sistema emocional y físico.

La herida primal se produce cuando después de haber pasado por semejante transformación, en vez de reunirnos inmediatamente con nuestra madre, nos toman manos extrañas y nos llevan a un lugar desconocido en donde nos empiezan a manipular el cuerpo. Nos clavan cosas, nos meten cosas en la nariz, en la garganta, en el ano, nos mojan, nos sacan, nos friegan. Nos producen un montón de situaciones que pueden ser severamente dañinas para nuestro estado emocional.
En el momento de nacer, el cerebro está predispuesto para llenarse de oxitocina, está predispuesto para que se produzca un encuentro amoroso y profundo con nuestra madre. Nuestra madre, después de haber atravesado ese dolor que la lleva a los lugares más sensibles de su existencia, nos va a mirar y recibir con todo su amor, como si fuéramos la joya más pura del universo.
Si esto no puede ocurrir, si nacemos y no es nuestra madre quien nos recibe, la experiencia no es amorosa, sino violenta, desde el punto de vista de todo lo que estamos esperando y no viene. En ese momento, nuestro cerebro dispara todos sus sistemas de alerta, en vez de llenarse de receptores de oxitocina se llena de receptores de glucocorticoides, las hormonas encargadas de transmitir estrés. Esto ocurre en el momento de nacimiento, ni un día, ni una hora, ni una semana después…
Nacer es una experiencia transformadora pero no deja de ser un estrés fisiológico para el cual estamos preparados. Reunirnos inmediatamente con nuestra madre bajaría nuestro estrés a cero. No tiene por qué ser una experiencia traumática.
La primera infancia
Si además de haber vivido una separación sin explicación ni reparación posterior seguimos viviendo situaciones traumáticas que nos generan estrés – que nos dejen llorar, que nos pongan en cuna y nos quedemos sin contacto físico, que nos impongan horarios para las tomas entonces tengamos que soportar hambre – el cerebro que se seteó de una forma queda fijado en ese estilo.
En cambio, si hay contacto amoroso y apego, el cerebro que inicialmente se seteó con receptores de glucocorticoides puede ir poco a poco “mutando”, porque finalmente sí hay experiencias oxitoxínicas.
La gestación
“Yo escuché esta música cuando estaba en la panza”, me contó una mamá que le dijo su nene de 3 años cuando puso el CD de “Cascanueces”. Había ido a ver el ballet estando embarazada.
Si hablás con niños de 2 o 3 años y les preguntás qué se acuerdan de cuando estaban en la panza, muchos cuentan cosas notables. Los bebés mientras están en la panza por supuesto sienten, son seres sensibles y están presentes.
Por eso la experiencia en la panza puede generar trauma si hay situaciones traumáticas, si hay accidente, muerte de alguien, alguna situación violenta, una catástrofe. Pero que se instaure el trauma depende de la capacidad resolutiva que tiene la persona al nacer y de cómo es acompañado ese evento: puede ser acompañado de manera que pueda sanarse, o puede ser ignorado de manera que el dolor se perpetue.
Cómo sanar la herida primal

Te comparto la experiencia de una seguidora con su niño de 3 años, Milo:
Milo tiene un hermanito de 9 meses. A partir del nacimiento del mismo algo se despertó en él. Con Milo no fui una madre muy informada, me entregué al sistema de salud, confié y me llevé una gran desilución y dolor. Viví una cesárea, una separación de 4 horas luego del parto (completamente innecesaria) y luego un gran boicot respecto a la lactancia. Me sentí muy sola, decepcionada y con mucha culpa. Lloré, sufrí mucho..por lo que permití que le hagan a mi primer hijo. Hoy 18/7 decidí contarle lo que le había pasado.
Nos sentamos en la cama y le dije, Milo, quiero contarte algo sobre el día que naciste. De repente me miró atentamente y me dijo: sí, mami. Le expliqué con palabras sencillas que lo llevaron luego de nacer por cesárea a hacerle controles a una habitación porque había tragado caca en la panza pero que él estaba muy bien igualmente. Me preguntó: estaba solito? Le dije: No! Siempre, pero siempre, estuvo papá. Te cantó, acarició atrás de la oreja (te dormías así) y te tuvo a upa. Nunca estuviste solo. Y Milo me dijo: ah! Pero yo lloraba igual y le decía a papá, quiero ir con mi mamá! quiero ir con mi mamá! Y yo le dije: claro, yo también desde mi otra habitación le pedía a todos que me traigan a Milo! Tráiganme a Milo! Y los abuelos me decían, ya va a venir Milo, tranquila! Hasta que de repente en una cunita, envuelto en una mantita blanca llegaste Milo, y vi lo más hermoso que pudo darme la vida…
Acá me quiero detener en el relato, cuando terminé de decir “lo más hermoso que pudo darme la vida”, a Milo se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo: no llores ma, sos buena persona vos, papá, y Luki. Me secó las lágrimas con sus manitos chiquitas y calentitas. No puedo sacar de mi mente su mirada penetrante, sus ojitos llorosos…Estoy aún volando.
El relato continuó en que después de encontrarnos lo puse en mi pecho, nos miramos y empezó a tomar la teta… y que de ahí nunca más nos separamos!! Al otro día nos volvimos a casa.
Le mostré su primer foto de cuando nació y en la cunita que lo habían traído, la miró una y mil veces. Qué bueno que volvimos a casa, me dijo. Porque yo tenía miedo, mucho miedo… Y le dije, sí hijo, me imagino, yo también. Ahora también tenés mucho miedo a todo, no? Sí! Pero cuando sea más grande voy a vivir solo y tener muchos animales porque vos no me dejás tener muchos en casa, y ahí no voy a tener más miedo. Nos empezamos a reír, nos abrazamos y nos dijimos te amo hasta la luna y marte ida y vuelta, ida y vuelta. Cuando terminamos de hablar le agarró sueño… fue un momento muy movilizador.
Dentro de mí tengo una sensación de tranquilidad y alivio de poder compartirlo con él… de poder validar lo que nos pasaba a los dos…un momento único, irrepetible, íntimo y lleno de amor.
Sanamos la herida primal con consciencia, reconociendo el daño en lugar de minimizarlo, buscando una reparación, una compensación.
En los niños yo siempre recomiendo reconocerles lo que no se les dio, pedirles disculpas por no haberlo sabido, por no haberlo podido hacer, y generar alguna experiencia que permita, aunque sea en un juego, sentir lo que hubiera necesitado tener. Y esta experiencia necesita repetirse, yo siempre digo que las deudas se pagan con intereses…
A veces los niños necesitan mucho tiempo de reparación, pero se repara, y se repara bien.
Cómo evitar la herida primal
Durante la gestación es importante informase sobre qué necesita nuestro bebé y ponerlo en prioridad uno. También debemos preparar a toda persona que va a estar en contacto con nosotros para que sean agentes posibilitadores y facilitadores de esa experiencia, así no tenemos que andar explicando en ese momento que no se lo tienen que llevar, que no le tienen que cortar el cordón antes de tiempo…
Durante el periodo primal acompañamos las necesidades del bebé y nuestras propias necesidades, que son prácticamente las mismas: intimidad, tranquilidad, necesidades satisfechas al 100%, seguridad.
La preparación para el parto implica también tomar consciencia del cuerpo, de nuestras capacidades corporales. Yo me acuerdo que después de haber parido me dolía todo como si hubiera hecho un triatlón y “sólo” había parido. Si nuestro cuerpo está demasiado quieto por una vida demasiado sedentaria y necesitamos ponernos en cuchillas, por ejemplo, tal vez el cuerpo no nos responda, porque duele, porque no está elongado. Lo ideal sería tener un cuerpo elástico, fortalecido.
…………
Melina Bronfman es una referente indiscutida de crianza respetuosa y fisiológica, una persona cálida y respetuosa… ella misma se define como una mujer feliz. Definidamente sabe mucho y se actualiza constantemente, cada vez que la leo o la escucho aprendo algo. Te recomiendo que la sigas en su instagram y que visites su página. Podés suscribirte más abajo para recibir información como esta en tu mail.
…………
Te puede interesar:
http://mater-pater.blogspot.com/2017/04/la-herida-primal.html