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El juguete no debe ser el protagonista del juego, los niños y las niñas deben serlo. Y para que el niño o la niña pueda decidir a qué jugar, cómo, cuándo, con qué ruido, es necesario que le ofrezcamos juguetes simples. En esta nota reflexionamos sobre el valor de los no-juguetes para después entender por qué es importante ofrecer objetos pertinentes y de madera para jugar.
El no-juguete
El no-juguete hace referencia a los objetos no estructurados, sin función alguna. Generalmente la mayoría de ellos son elegidos por niños y niñas de manera espontánea, creativa, y tienen “sentido con la realidad”. Es decir, los encuentran en su cotidianeidad y los usan a diario; la persona adulta los fue presentando “sin querer queriendo”, por ejemplo tuppers, telas, piedras, agua, barro, ramas, vasos, baldes…

La lista puede ser tan inalcanzable como la imaginación de las infancias. Porque justamente son transformados, usados y ubicados en un entramado de juego en el que ese niño o niña es protagonista y no el juguete (que suele venir con todas las funciones). Son objetos para explorar, sentir, y experimentar.
Muchas veces una bolsa es un gorro.
Muchas veces una piedra es un plato.
Muchas veces un repasador es una capa.
Muchas veces una tela es una muñeca que se acuna.
Muchas veces es la imaginación quien pone las funciones, las voces en un objeto, y lo hace bombero.
(Aclaración: como personas adultas que acompañamos tenemos que estar atentos/as a que esos no-juguetes elegidos por las infancias sean seguros para que no hayan riesgos físicos ni emocionales.)
Los no-juguetes son económicos, muchos ecológicos, simples, sencillos. Sin bocinas ni sonidos ni botones ni luces ni…ni…ni, pues todo eso surge de la imaginación del niño o la niña.
Sin estereotipos.
No se usan ni bien ni mal.
No tienen edad, color ni género.
Los no-juguetes son para jugar.
Y así también deberían ser los juguetes que compramos o le regalan a nuestros hijos e hijas. Seguí leyendo si querés saber qué tener en cuenta a la hora de elegir un “buen juguete” (un objeto lúdico y pertinente), y por qué recomiendo juguetes de madera en lugar de juguetes de plástico.
Elegí objetos pertinentes
El término “pertinente” hace referencia a la acción que tiene ese niño o niña sobre el objeto, acción que hace que se convierta, se transforme en lúdico. Pues en toda actividad de exploración, experimentación, juego… los protagonistas son los niños y las niñas.
Los objetos lúdicos y pertinentes son, por lo tanto, simples. La premisa sigue siendo la misma que cuando hablábamos de los no-juguetes: menos es más. Pero esto no significa que por ser simple no tenga un diseño bien pensado, o venga bien para cualquier etapa del desarrollo.

¿Los tamaños importan? Sí.
¿Los pesos importan? Sí.
La manipulación de mi bebé aquí y ahora, ¿importa? Sí, pues no es lo mismo la mano de un bebé de un mes, que la de un bebé de tres o seis meses.
Entonces, cada elemento que se suma (como el sonido) tiene su etapa para ofrecerse.
¿Qué hacen esos objetos si son tan simples?
No hace el objeto, lo hace el bebé: tomar, sacudir, saborear, observar, acercar, alejar con mínimos esfuerzos y desarrollando/nutriendo la atención. Los objetos lúdicos y pertinentes favorecen el juego libre y la actividad autónoma de ese niño o niña.
Un objeto pertinente no tiene un fin ni una función determinada pero sí tiene infinidad de posibilidades.
Esos objetos pertinentes se van a transformar en medida que se modifica la postura, el desplazamiento e inclusive el juego. Puede ser pertinente para un niño y no para el otro, así como puede ser pertinente en una etapa del desarrollo y no en otra.
Adriana García, la reconocida psicomotricista argentina autora de numerosos libros, nos dice: «la pertinencia no es una cualidad del objeto sino que se configura al poner en relación las cualidades del objeto, las actitudes de manipulación y las características biológicas que la determinan».
Es decir, el objeto pertinente (el juguete) no es sólo «eso» sino que es en relación a todos los elementos que lo van a integrar como son el sujeto, el mueble, el tipo de superficie, la iluminación, etcétera.
Elegí juguetes de madera
El tipo de juguetes que ofrecemos en los primeros años de vida es vital.
Los juguetes o elementos del juego, como los llaman en la pedagogía Waldorf, deben brindar experiencias que alimenten el consciente del niño/a. Si el juguete se asemeja a la naturaleza, el niño/a conecta y responde a las expectativas biológicas que tiene al nacer en cuanto al sentido del tacto. Nuestro cerebro espera tocar la piel de nuestra mamá y espera tocar materiales naturales (árboles, piedra, tierra).

Los juguetes de madera favorecen la imaginación, generalmente son menos trabajados que los de plástico (no incorporan luces, ni sonidos, ni se abren puertas). Entonces es el niño o la niña quien tiene que crear e imaginar esa historia, nada viene dado o hecho.
Algunas razones para elegir juguetes de madera:
- Peso y presencia: los juguetes de madera son más pesados, tienen más presencia. No es lo mismo levantar un trencito hueco de plástico que uno macizo de madera. El niño o la niña tiene que sostenerlo con más firmeza.
- Sentidos e imaginación: los juguetes de madera no tienen luces, sonidos, nada viene hecho… es el niño o la niña quien tiene que imaginar y crear mientras siente la textura de la madera, su aroma.
- Sencillos y versátiles: los juguetes de madera son menos estructurados que los de plástico, no tienen luces ni sonidos. Y por eso ofrecen muchas más posibilidades de juego.
- Naturales y ecológicos: los juguetes de madera son parte de la naturaleza, usarlos ayuda a reducir el plástico en los océanos y en los basurales.
- Durables y evolutivos: los juguetes de madera no se rompen fácil como los de plástico, y además son más fáciles de reparar. Un mismo niño/a puede usarlo por muchos años, los juguetes de madera “crecen con el niño”.
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