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Entender por qué tu bebé no duerme te va a ayudar a acompañarlo. En esta nota te explico por qué se despiertan los bebés, por qué la solución no está en forzarlos a dormir toda la noche y qué podés hacer para acompañar a tu bebé de la mejor manera.

El sueño infantil se ha vuelto un tema central en la vida de los padres y ha traído el auge y la multiplicación de métodos para “enseñarles a dormir”, como si los bebés no supieran hacerlo desde que nacen, o mejor dicho desde que están en la panza…
No necesitamos enseñarles a los bebés a dormir. Necesitamos entender y aceptar que no duermen de la misma manera ni la misma cantidad de horas que un adulto. Si no pretendemos que los bebés se comporten como adultos, ¿por qué deberíamos pretender que duerman como los adultos que no son?
Mi bebé no duerme de noche: por qué
Todos, absolutamente todos los bebés se despiertan por las noches en algún momento de sus primeros años de vida. Ni ellos, ni nosotros, dormimos de corrido, sólo que los adultos desarrollamos la capacidad de poder volver a conciliar el sueño sin ayuda. ¿Cambiás de posición a la noche mientras dormís? ¿Acomodás la almohada? ¿Te tapás o destapás? ¿Te levantás al baño, a tomar agua o simplemente a mirar la hora? Esos son despertares, iguales a los de tu bebé, la diferencia es que tenés la capacidad de volver a dormirte (casi siempre enseguida y sin desvelarte) solo y sin ayuda.
Entonces, que tu bebé se despierte a la noche no quiere decir que tiene un trastorno del sueño; esos despertares son normales y fisiológicos e irán disminuyendo a medida que crezca y vaya madurando. Pensá que la naturaleza no atenta contra la supervivencia de la especie, la protege. Si dormir toda la noche fuera beneficioso para tu bebé, lo haría.
¿Por qué se despiertan los bebés?
Según Rosa Jové, psicóloga infantil, la razón está en la evolución de la fisiología del sueño.
Cuando nacen, los bebés tienen sólo dos fases de sueño, el activo y el lento, siendo el primero el que predomina. Cada ciclo de sueño dura entre 45 y 60 minutos, a diferencia del de los adultos que dura entre 90 y 120. Es decir, en los bebés los ciclos de sueño son más cortos y predomina el sueño activo, más conocido como REM (Rapid Eye Movement). El paso de un ciclo al siguiente es la causa de los despertares en los bebés. Como sus ciclos son más cortos, tendrán más despertares.
Esta arquitectura del sueño es vital para la supervivencia del bebé: los mantiene en estado de semi alerta, asegurándose la atención de su cuidador y el alimento frecuente. Es decir, los bebés se despiertan para comer y para mantener cerca a su cuidador. Y por eso mismo reaccionan y lloran desconsoladamente cuando se los deja solos en la cuna: no son capaces de distinguir si existe un peligro real (abandono, peligro ante un “depredador” que pueda querer comérselos), o si todo sigue igual que cuando se durmieron.
Esta arquitectura del sueño es además necesaria para el aprendizaje. Un bebé que sólo está despierto entre un 20% y un 40% del día necesita integrar bien lo que va aprendiendo en tan poco tiempo. El sueño REM ayuda a los bebés a desarrollar su mente durante el sueño; les permite organizar el cerebro, la memoria y los procesos de aprendizaje. El sueño profundo por su parte, lo ayuda a descansar el cuerpo. Un bebé no suele cansarse mucho durante el día (pasa alrededor del 70% del tiempo durmiendo), pero sí necesita madurar a nivel mental; por eso en los bebés predomina el sueño activo y no el lento y profundo.
¿A qué edad debería dormir de corrido?
Durante los primeros años de vida, el sueño evoluciona incorporando las distintas fases para terminar logrando un patrón como el del adulto, patrón que se alcanza alrededor de los 5 años de vida. ¡Esto no quiere decir que no vas a dormir hasta que tenga 5 años!, sino que su sueño se irá modificando y pasando por distintas etapas hasta alcanzar la madurez alrededor de esa edad. Como somos seres humanos y no robots, esto puede ser antes o después. Cada uno a su tiempo y de acuerdo a su ritmo, no necesitamos forzar nada, simplemente conocer y entender la fisiología para poder comprender cómo acompañar a nuestros hijos en su desarrollo.
A diferencia de los adultos, los recién nacidos entran en fase REM sin antes pasar por las fases de sueño lento y profundo. Luego el sueño evoluciona y los bebés van incorporando las distintas fases del sueño tranquilo, que son cuatro: dos de sueño ligero (I y II) y dos de sueño profundo (III y IV). Primero adquieren las fases III y IV: en esta etapa, alrededor de los 2 meses, es más difícil despertarlos, es la etapa en que muchos padres están “contentos” porque sus hijos duermen “bien” (varias horas seguidas) y creen que así será para siempre. Luego empiezan a incorporar las fases I y II: el sueño se aligera un poco, vuelve a “descontrolarse” porque ya no duermen varias horas seguidas; es ahí, alrededor de los 3 meses, cuando los padres entramos en crisis y pensamos que estamos haciendo todo mal. Muchos hablan de regresión del sueño pero en realidad no es una regresión sino una evolución hacia fases adultas y maduración del ciclo de sueño.
¿Cuánto debería dormir un bebé?

Según la evidencia científica y los numerosos estudios que se han realizado, el período de sueño ininterrumpido más largo que se puede esperar de un bebé es de 5 horas y media. Este sería el tiempo que para el bebé implicaría dormir una noche completa.
Mi bebé no duerme: qué hacer
Hoy en día están muy de moda las llamadas “consultoras de sueño” o “sleeping coaches” que proponen planes (supuestamente menos crueles que el famoso “Duérmete Niño”) con el fin de adiestrar a los niños para que se adapten a los horarios y expectativas de los adultos. Ahora que conocés un poco más acerca de la fisiología del sueño de los bebés y de sus necesidades, ¿qué pensás? ¿Necesitamos enseñarles a dormir? ¿Conviene la aplicación de métodos de adiestramiento?
Quiero contarte qué podés hacer si tu bebé no duerme, cómo podés acompañarlo desde una perspectiva que tiene en cuenta la fisiología del sueño y las necesidades del bebé.
No culparse ni patologizar el sueño del bebé
Nace nuestro bebé y algunas de las preguntas que se repiten incansablemente son: ¿es buenito?, ¿te deja dormir?, ¿duerme toda la noche?
Nos preguntamos entonces: ¿qué les pasa ahora a los bebés que no duermen? ¿Dormían mejor los bebés de otras épocas? ¡La respuesta es NO! Los bebés de antes dormían igual que los de ahora, sólo que en la actualidad se patologizó lo completamente natural (hablando de bebés que no presentan patologías que podrían estar causando desórdenes en su sueño). La intervención de lo cultural y lo que se estableció como “normal” en los últimos años hacen que hoy en día los padres luchen con el sueño de sus hijos y se sientan culpables cuando sus hijos “no duermen toda la noche sin despertarse”, cuando requieren de su presencia para poder conciliar el sueño, o cuando deciden hacer colecho porque lo eligen como la mejor forma de descanso familiar.
El origen de los famosos “problemas del sueño infantil” que experimenta actualmente nuestra cultura occidental tiene que ver con la imposición del sueño en solitario y con la capacidad de auto-consuelo en la que se pretende que el bebé sea capaz de dormirse sin ayuda. Si miramos para atrás y analizamos cómo dormían las familias hace muchísimos años nos damos cuenta de que esto no era lo “normal” y que es consecuencia de la intervención cultural.
Entiendo el cansancio que genera despertarse muchas veces de noche, sobre todo cuando a la mañana siguiente tenemos que ir a trabajar. No podemos evitar los despertares pero lo que sí podemos hacer es elegir cómo acompañar a nuestros hijos.
Dar la teta y dormir cerca de tu bebé
La lactancia y el colecho son herramientas simples y naturales que tenemos para sobrellevar esta etapa de su vida que tan corta pero tan demandante puede resultar muchas veces.
Dar la teta es la forma más rápida, eficiente y segura para que nuestro bebé se duerma y se vuelva a dormir cada vez que se despierta. Por un lado, la succión, como mecanismo natural, desencadena una respuesta hormonal que relaja al bebé y lo predispone al sueño. Por el otro, la leche materna contiene el aminoácido L-triptófano, precursor de la melatonina, que también induce al bebé al descanso. Tené en cuenta además que hasta el año de vida la lactancia es el alimento principal del bebé, por lo que eliminarle las tomas nocturnas podría llegar a impactar en su crecimiento.
Estar cerca de mamá hace sentir seguro y tranquilo al bebé, ayudándolo a conciliar más rápido el sueño. El colecho, dormir con el bebé, ayuda a la evolución natural del sueño. J. McKenna, antropólogo estadounidense, ha demostrado que la respiración de las mamás y bebés, cuando duermen juntos, se acoplan, favoreciendo que el niño alterne las diferentes fases del sueño que va adquiriendo de la mano de la respiración de su mamá. Asimismo, la duración y la calidad del sueño son mejores.
Según las “consultoras de sueño” la lactancia y el colecho son “muletillas de sueño” que hay que eliminar; proponen que los bebés tienen que dormirse solos sin ningún tipo de ayuda y acompañamiento. Aunque sostienen que el bebé no llorará durante el proceso, quitarle el pecho que necesita para dormirse y negarle la compañía mientras intenta conciliar el sueño provocará sin dudas el llanto del bebé (que intenta recuperar lo que necesita para poder dormir: la teta y la compañía).
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Si necesitás ayuda y acompañamiento en esta etapa, ¡escribime! No somos todos iguales y no todos necesitamos lo mismo, estoy para acompañarte en lo que vos y tu familia necesiten.
beluossuna.maternidad@gmail.com
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